Fuente: La Nación
Por: Elida Bustos

MÚRMANSK, Rusia.- El Akademik Lomonósov impresiona por su porte y por lo que tecnológicamente significa. Es un barco de 144 metros de eslora, 43 metros de altura y 21.500 toneladas de desplazamiento. En su interior hay dos reactores nucleares que lo convierten en la única central nuclear flotante del mundo.

En Pevek, el puerto de Chukotka en el Lejano Oriente ruso donde lo anclaron para dar energía, se convertirá en hogar de los 342 tripulantes que en los distintos turnos se ocuparán de mantenerlo en funcionamiento. Los reactores que lleva a bordo son de 35 MW cada uno y pueden proveer de electricidad a una ciudad de 100.000 personas, lo que excede en mucho a las necesidades de la pequeña Pevek, que tiene menos de 5000 habitantes. Por eso, la energía de esta central servirá fundamentalmente para desarrollar económicamente toda la región de Chukokta, la más remota de Rusia.

En la recorrida que LA NACION hizo por el Akademic Lomonósov, cuando estaba anclado en Múrmansk, la ciudad más grande dentro del Circulo Polar Ártico, a los periodistas invitados se nos mostró no solo las áreas técnicas, sino también el departamento del capitán, la canchita de basket y la futura pileta de natación, con una foto enorme de una playa con palmeras (lo que generó sonrisas entre los visitantes, sabiendo el destino del barco).

Dimitri Alekseenko, subjefe del directorio de la firma Rosatom para la construcción y operación de la central nuclear flotante, contó que llevó 10 años construirla, pero que las próximas se terminarán en cinco. No quiere hablar de costos hasta que los reactores se conecten a la red y comience la operación comercial.

En el Ártico y el norte de Siberia, con la escasa ventana de tiempo que dejan las temperaturas extremas para construir, toda obra es un desafío. Por eso, este desarrollo de reactores emplazados en un barco resuelve la necesidad de dar electricidad a poblaciones remotas y el costo de la primera unidad no es determinante.

El Akademik Lomonósov no es la primera central nuclear flotante del mundo. Estados Unidos tuvo una en funcionamiento, emplazada en un carguero, que dio electricidad al Canal de Panamá entre 1968 y 1975. Eran otras épocas y seguramente aquella vez no estuvieron los cuestionamientos hechos por los grupos antinucleares occidentales al desarrollo tecnológico ruso.

Alekseenko detalló las medidas de seguridad contempladas en el diseño. Una de ellas es que el barco no es autopropulsado por sus reactores, sino remolcado en sus desplazamientos. Además, está preparado para soportar desde vientos de 200 kilómetros por hora hasta olas de 7 metros de altura.

Para la construcción se optó por un enfoque conservador, con materiales conocidos y probados tanto por los astilleros rusos como por la industria nuclear internacional.

La vida útil del Akademik Lomonósov se prevé en 35-40 años, con mantenimiento cada 12 y recarga de combustible cada tres. Como Rosatom tiene en miras la exportación de este diseño, el combustible que usa está enriquecido a menos del 20%. Específicamente, al 14,6%.

Escenarios energéticos

La central flotante aparece en un momento en que el panorama global del sector nuclear es promisorio. La energía nuclear está recuperando su protagonismo, debido al agravamiento del calentamiento global y a la necesidad urgente de reemplazar combustibles fósiles.

Según la Agencia Internacional de Energía, la nuclear es la segunda fuente de generación de electricidad sin emisión de CO2, detrás de la hidroeléctrica. El mapa es cambiante, porque China está ampliando su base nuclear (ya tiene 48 reactores) y puede superar la generación de Estados Unidos y la Unión Europea en los próximos años. Y en los escenarios futuros que proyecta la agencia, la energía nuclear gana espacio dentro de la matriz global (ver gráfico con las proyecciones).

Con respecto al Akademik Lomonósov, la elección de emplazamiento en Pevek no fue solo por tratarse de un pueblo remoto que necesitaba electricidad. Su ubicación geográfica lo convirtió en un eslabón importante en el desarrollo del corredor marítimo del Ártico, que Rusia denomina Ruta Marítima del Norte.

Es una ruta que comenzó a abrirse a la navegación por el derretimiento de los hielos del Ártico. Si Rusia logra mantenerla abierta durante todo el año con sus rompehielos y una logística confiable, los barcos que van del sudeste asiático a Europa la elegirán por sobre el Canal de Suez o Panamá, porque reducirán al menos en siete días la navegación.

"La Ruta Marítima del Norte puede ser un significativo recurso económico y estratégico para Rusia", explicó Eddy Bekker, investigador del World Trade Institute de la Universidad de Berna, en Suiza. "El uso comercial por parte de las principales navieras del mundo puede generarle ingresos sustanciales al país".

Bekker es coautor de una investigación que concluye que si para 2030 esta ruta está operativa todo el año y si Estados Unidos abre un corredor similar por el Ártico canadiense y Alaska, se reducirá en dos tercios el tráfico de barcos por el Canal de Suez y en un tercio el que atraviesa el Canal de Panamá, con un impacto fenomenal en el comercio internacional.

Más allá de esta estrategia geopolítica de mediano plazo, en poco más de dos meses, el 31 de diciembre, cuando la larga noche polar se haya asentado sobre Pevek, los dos reactores del Akademik Lomonósov comenzarán a dar luz y a proveer de agua caliente a un asentamiento humano remoto. Y el barco se convertirá en la central nuclear más septentrional del planeta.
Cómo es la central nuclear que flota en aguas del Ártico (La Nación)
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